Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con una maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un lienzo en https://murrayprvf158774.blogoxo.com/38868915/así-fue-el-impacto-del-cabezazo-de-zidane-en-el-mundial